El Batavia, el barco de las pesadillas

Cuando hablamos de historias marítimas, solemos imaginar exploraciones heroicas, tormentas épicas o tesoros ocultos. Pero el caso del Batavia va mucho más allá. Fue un barco real, construido con ambiciones comerciales… que terminó protagonizando uno de los episodios más escalofriantes del siglo XVII. Naufragio, traición, asesinatos y el primer juicio penal de la historia australiana. Esta es la historia del barco de las pesadillas.

Un navío ambicioso y un viaje maldito

El Batavia fue construido en Ámsterdam en 1628 por encargo de la poderosa Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC). Era un barco elegante, veloz y robusto, destinado al lucrativo comercio de especias entre Europa y Asia. Con más de 300 personas a bordo —entre tripulantes, soldados, comerciantes y pasajeros— zarpó rumbo a Batavia (la actual Yakarta) en octubre de ese mismo año.

A bordo viajaban también Francisco Pelsaert, el comandante general; Ariaen Jacobsz como capitán; y Jeronimus Cornelisz, un subcomerciante de pasado oscuro que pronto se convertiría en el villano de esta historia.

 Imagen en blanco y negro de la estructura de madera del barco Batavia en proceso de reconstrucción.
La réplica del Batavia fue construida con técnicas tradicionales en Lelystad durante los años 90.

El naufragio en las costas de Australia

El 4 de junio de 1629, el Batavia encalló en un arrecife frente a las costas de lo que hoy es Australia Occidental, en las islas Houtman Abrolhos. El barco quedó destrozado, pero unas 300 personas lograron sobrevivir y refugiarse en pequeños islotes. Sin agua potable ni recursos suficientes, la situación era desesperada.

Pelsaert decidió partir con un pequeño grupo en busca de ayuda a Java, dejando a Jeronimus Cornelisz a cargo. Lo que vino después fue una auténtica pesadilla.

El reinado de terror de Cornelisz

Cornelisz ya había conspirado para provocar un motín antes del naufragio. Aprovechando la ausencia del comandante, tomó el control del grupo y urdió un plan para eliminar a todos aquellos que pudieran oponerse a él.

Primero envió a un grupo de soldados, liderados por Wiebbe Hayes, a buscar agua en una isla cercana. Esperaba que murieran de sed. Mientras tanto, en las islas principales, instauró un auténtico régimen de terror. Se calcula que asesinó a más de 100 personas, entre ellas mujeres y niños. Algunas mujeres fueron esclavizadas.

El objetivo de Cornelisz era esperar el regreso de Pelsaert con ayuda, apoderarse del barco y convertirse en pirata.

La inesperada resistencia de Hayes

Pero Hayes y sus hombres no solo encontraron agua: sobrevivieron. Y cuando se enteraron de las masacres, organizaron una defensa improvisada. Construyeron pequeñas fortificaciones y repelieron varios ataques de los hombres de Cornelisz.

Cuando finalmente Pelsaert regresó con un barco de rescate, fue Hayes quien logró advertirle de la situación. Gracias a su valentía, Cornelisz fue detenido antes de poder ejecutar su plan final.

El juicio más antiguo en Australia

Lo que siguió fue el primer juicio penal de la historia australiana. Cornelisz y varios de sus seguidores fueron ejecutados en las propias islas, tras confesiones estremecedoras. Otros fueron llevados a Batavia para ser juzgados. Como castigo alternativo, dos de los amotinados fueron abandonados en el continente australiano, convirtiéndose así en los primeros europeos en habitarlo de forma permanente.

Vista completa del barco Batavia reconstruido, atracado en el puerto de Lelystad.
El Batavia actual es una réplica fiel del barco original de 1628, construido con técnicas del siglo XVII.

El legado del Batavia

Hoy, una réplica del Batavia se puede visitar en Lelystad, en los Países Bajos, como parte del Bataviawerf, un museo que narra su historia y reconstrucción. También se conservan restos del naufragio en el Museo Marítimo de Australia Occidental, donde la tragedia aún fascina a historiadores, escritores y curiosos.

Y no es para menos. La historia del Batavia es una mezcla de ambición, locura y supervivencia. Un ejemplo aterrador de lo que puede suceder cuando la ley se esfuma y el poder cae en las manos equivocadas.

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